Cindy Crawford y los miedos de las supermodelos

Resulta refrescante que las tops, sobre todo cuando dejan la primera fila o abandonan la profesión con la edad, hablen claramente de los pros y contras de una profesión tan dura como idealizada por la sociedad. Y si la modelo que habla es Cindy Crawford, la genuina novia de América, toca escuchar y callar. En una de sus últimas apariciones profesionales, quiso comentar con algunas periodistas las preocupaciones que rondan hoy su cabeza. La primera de ella, la presión que sufren las mujeres para no envejecer y que afecta especialmente a las modelos.

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“Al haber basado toda tu carrera en la belleza, somos más sensibles a estos mensajes que nos exigen que parezcamos siempre jóvenes. Pero no puedes empeñarte en perseguir un imposible. Lo único que puedes hacer es cuidarte, hacer ejercicio, comer bien y cuidar la piel. Jamás volveré a tener la pinta que tiene mi hija cuando se levanta, pero me niego a sentirme mal por ello”. Otro asunto que le quita el sueño es la demanda de delgadez por parte de la industria de la moda. Un problema que vive a través de su hija, Kaia, recién aterrizada en el negocio.

“Cuando yo trabajaba se nos permitía tener cuerpo, tener pecho, caderas y hasta un poco de carne extra. Ahora se espera de las modelos que estén más delgadas que Kate Moss, que en la época ya estaba delgadísima. Algunas chicas sí que son tan delgadas naturalmente, pero muchas no. Mi idea de la belleza es que debe ser un concepto en expansión, debe abarcar cada vez más diversidad, no pretender que todas seamos iguales. No me parece que la moda mande un buen mensaje cuando pretende que todas las mujeres lleven la misma talla”.

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