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Brie Larson: “He descubierto mi propia complejidad haciendo películas”

Aún recuerda la escena con nitidez. Tenía seis años y su madre estaba fregando los platos en la cocina después de la cena. “Ya sé cuál es mi dharma, mamá”, le dijo usando el término que escuchaba en casa, donde sus padres se ganaban la vida como quiroprácticos, y que significa “ley natural” en sánscrito. “Quiero ser actriz”. Brie Larson era una niña tímida, que nunca encajó en el colegio y que prefería pintar en las paredes de su habitación que salir con sus amigos. Un año más tarde, sus padres se separaban y su hermana, su madre y ella hacían las maletas y se trasladaban a Los Ángeles para que Larson pudiera perseguir su sueño.

Vivían en un estudio minúsculo, apenas tenían dinero, juguetes o ropa y el llanto de su madre, que luchaba por sacarlas adelante mientras trataba de superar un divorcio, solía despertarla en mitad de la noche. Pero después de probar suerte en los castings de la ciudad, con siete años consiguió su primer trabajo: un falso anuncio de Barbie en el show de Jay Leno. Aquel día, vio por primera vez su nombre en la puerta de un camerino y pensó que había triunfado.

Pero el periplo de la actriz en Hollywood ha sido cualquier cosa menos pan comido. Durante dos décadas (que se dice pronto para alguien que acaba de cumplir 27 años), hizo de todo en el show business: series que casi nadie recuerda (como Raising dad, una comedia sobre un padre viudo); películas más bien mediocres (Sleepover o El sueño de mi vida); pequeños papeles en cintas como Scott Pilgrim contra el mundo o Don Jon… Tuvo, incluso, una fase como ídolo musical adolescente y llegó a firmar un contrato discográfico con el todopoderoso productor Tommy Mottola y a publicar un álbum cuyo simple recuerdo todavía le hace sonrojarse.

“Viví en un estado de ansiedad 20 años. Creía que un día sin audición era tiempo malgastado”

“Pensé en dejarlo mil de veces. Y estuve a punto de hacerlo al menos en cuatro ocasiones. Quería volver a estudiar y olvidarme de este sueño porque, simplemente, era demasiado difícil. Pero, de alguna manera, siempre me perseguía. Ocurría algo y volvía a intentarlo…”, explica ahora. Estaba cansada de sentirse rechazada, de la búsqueda constante del papel que le robaría el anonimato y la convertiría en una estrella. “Era agotador. Incluso cuando tenía un día libre, porque no había podido conseguir una audición, sentía que estaba malgastando mi tiempo, que ese era un día más en el que mi sueño no iba a hacerse realidad. No había relajación posible, todo era estrés y ansiedad. Viví en ese estado durante 20 años”.

La perfecta chica del montón

En aquellas audiciones, siempre tenía que luchar contra su propia apariencia: Brie Larson es guapa, pero puede pasar desapercibida. Quizá por eso, ningún director de casting veía en ella a la chica popular del instituto, pero tampoco a la empollona rarita. Los papeles con sustancia escaseaban para ella. Pero en 2015, esa cualidad de “chica del montón” le cambió la vida. En La habitación, la actriz dio vida a Ma, una adolescente que, tras ser secuestrada y confinada a una pequeña habitación durante años, se convierte en madre durante su cautiverio e intenta escapar con su hijo. Además de seguir una dieta estricta, evitó la luz solar para lograr una tez enfermiza y no abandonó su casa durante más de un mes para entender la ansiedad y el silencio del cautiverio.

El esfuerzo tuvo su recompensa y el año pasado la actriz ganó el Oscar a la mejor interpretación femenina protagonista. Algo que aún ahora recuerda con nerviosismo. “Justo después de ganar, estaba en el backstage y la cabeza me daba vueltas. Creo que dije en alto: “No sé cómo procesar esto”. Benicio del Toro estaba ahí en ese momento y me dijo: “Date cinco años”. Nunca le había visto antes y no le he vuelto a ver, pero apareció justo cuando lo necesitaba y le estoy muy agradecida por aquellas palabras, porque me dieron el espacio que necesitaba para digerirlo”, explica.

“Cuando ganas un Oscar, te preguntas: ¿Y ahora qué?, ¿qué más puedo hacer?

Este año ha sido más que comentada su inexpresiva cara de póker al entregarle el Oscar al mejor actor a Casey Affleck, sospechoso de un caso de acoso sexual. Abrió el sobre y torció el gesto de manera sutil pero evidente. Y es que es un tema con el que está muy sensibilizada desde que interpretara a una mujer víctima de violación. Para algunos, los premios representan la confirmación definitiva ante el resto de la profesión; para otros, en cambio, se convierten en una losa, en un recordatorio constante de lo que se espera de un actor de su categoría. ¿En qué grupo se encuentra ella? “Para mí es como quitarme un gran peso de encima, algo que yo pensaba que iba a estar anhelando toda mi vida… De pequeña estudiaba en casa porque me costaba encajar en el colegio y con mis compañeros. Por eso, el hecho de que te de la bienvenida un grupo de grandes actores con los que crecí admirando es maravilloso. Es como aprender que por fin puedes respirar y decir: “¿Y ahora qué? ¿Qué más puedo hacer?”.

Ahora mismo, Brie Larson puede hacer lo que quiera. Las puertas de Hollywood se han abierto de par en par para ella. “Ahora tengo más oportunidades y acabo de dirigir mi primer largo, pero a la vez hay muchas cosas que siguen en el mismo lugar: mis amigos, mi familia, cómo me gusta el té por las mañanas… Todas esas cosas se mantienen intactas”.

Eso sí, ahora mismo la actriz no tiene tiempo ni para respirar. Para empezar, está promocionando Kong: la isla calavera, la nueva versión recién estrenada de la mítica King Kong, en la que interpreta a una fotógrafa de guerra que acompaña a un grupo de exploradores y soldados en una expedición a una isla misteriosa. Le recuerdo que, históricamente, las chicas en las películas de King Kong siempre han representado el anticuado icono de la damisela en apuros. “No pasa nada porque exista ese arquetipo clásico, pero mi personaje no tiene nada que ver con él. Weaver es una activista y fotoperiodista que pone en riesgo su vida para defender la verdad. Siempre he buscado personajes femeninos complejos, porque mientras trataba de entenderme a mí misma he descubierto lo complicada que soy en muchos sentidos. Y como yo, todas las mujeres. Es importante expresar eso en las películas. Hay muchas formas de ser mujer, no una sola”, argumenta.

Es la reivindicación de moda entre las actrices de Hollywood, que han decido romper por fin su silencio y empezar a hablar sobre feminismo e igualdad salarial, a denunciar el sexismo que todavía impera en los despachos de Hollywood, y a exigir más y mejores personajes femeninos. Le pregunto si para ella esa forma de activismo es también parte de su trabajo. “En cierta forma sí, porque esta profesión te proporciona una plataforma increíble y es natural utilizarla para hablar de algo más importante que tú misma”.

Muy personal

  • En su partida de nacimiento figura como Brianne Sidonie Desaulniers.
  • Escogió Larson como nombre artístico porque así llamaba a una de sus muñecas favoritas cuando era una niña.
  • Su lengua materna es el francés.
  • Le gusta mascar chicle y asegura que piensa mejor cuando tiene uno en la boca.
  • La actriz Shailene Woodley, que es una de sus más íntimas amigas en la vida real, fue su rival romántica en ‘The Spectacular Now.
  • Le encantan las setas y es una apasionada de la micología.
  • Es fan de Star Wars.

Superheroína

Ella, desde luego, no puede quejarse de la diversidad de sus personajes: este año estrenará un drama (El castillo de cristal) y un musical que rodó en la India (Basmati Blues) antes de convertirse en Capitana Marvel, la superheroína que primero debutará en la siguiente entrega de Los Vengadores y después en su propia franquicia. Está en ese momento fugaz que las estrellas suelen tratar de rentabilizar rodando una película detrás de otra. Pero ella no se siente así. “La verdad es que es al contrario. Quiero trabajar menos. Ahora sé lo que va a pasar con mi vida dentro de un año y eso es algo nuevo para mí. Y quiero aprovecharlo. Sé todo el trabajo que invierto en cada película y por eso también sé que es importante tomarme unas vacaciones, darme un respiro, irme a explorar un país si me apetece… Siento que ahora he alcanzado un nuevo equilibrio”.

Ni si quiera la fama ha arruinado ese estado zen. En parte, por esa vocación de chica normal y corriente que prefiere no llamar la atención, pero también porque es tan celosa de su vida privada que jamás se expone más de lo estrictamente necesario. Ha contado que tiende a la autocensura en las entrevistas y aunque se sabe que está comprometida con su novio, el músico Alex Greenwald, nunca habla de él en público. Ni de cualquier otro aspecto de su vida privada. Aun así, lo intento. ¿Cuál es su momento más feliz del día? “Cuando después de haber hecho todo lo que tenía que hacer me tiro en el sofá y me acurruco con una manta y con mi perro”. La demostración empírica de que, a veces, las estrellas son como nosotros. Al menos, las estrellas terrenales como Brie Larson.

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