Lo que no se vio de la boda del duque de Westminster: beso a la salida, helado gratis para la hermandad de la silla de tijera y dos abuelas detenidas

Author: mujerhoy

No cualquier boda puede contar con la presencia de un futuro rey, aunque este se presente trágicamente solo a una celebración problemática para los Windsor. No es la primera vez que un enlace de los Grosvenor supone un problema para la casa real británica. En 2004,
el rey Carlos decidió no asistir la boda de lady Tamara, hermana del novio que nos ocupa, porque no le sentaban junto a Camila Parker-Bowles, entonces aún no recuperada para la causa ‘royal’. Al
enlace del duque de Westminster y Olivia Henson estaban invitados Guillermo y Harry pero, evidentemente, solo podía asistir uno.

La corona
ha hecho valer su peso y ha sido el príncipe de Gales, cabizbajo y tristón insistimos, el que ha ocupado su sitio en la catedral de Chester, donde Hugh Grosvenor (33 años) y Olivia Henson (31) se dijeron ‘sí, quiero’. El actual duque de Grosvenor es padrino de George, heredero al trono, y Archie, primer hijo de los Sussex y buen amigo de sus progenitores. Por parte de la primera familia del país asistió, además del príncipe Guillermo,
la princesa Eugenia, también en solitario. Fue compañera de clase de la novia en el Marlborough College de Wiltshire, favorito de la realeza.

Las credenciales de Hugh Grosvenor, duque de Westminster, son contantes y sonantes: es el británico menor de 40 años más rico del Reino Unido, con una fortuna personal que supera a la del rey Carlos, a la sazón su padrino.
Es todo heredado: casi 13.000 millones de dólares en patrimonio inmobiliario, que incluye 1.500 propiedades en 60 países. El duque presume de un estilo de vida sobrio, aunque dada su declaración de bienes puede tomarse como un error de cálculo o una extravagancia.

Olivia Henson durante su enlace con el duque de Westminster. /

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Los novios y ya duques de Westminster se casaron
tras dos años de noviazgo de perfil bajo, bajísimo para lo que se espera de un aristócrata y millonario de este calibre. Parece que la pareja presume de eco-consciente y nada derrochadora, algo decididamente raro en estos tiempos de ostentación viral. Ella trabaja como gestora de cuentas en una empresa de alimentación ética, aunque eso no impidió que unas ecoabuelas trataran de hundir la postboda.

Una boda ‘royal’ sin invitados relevantes y un tanto sosaina

Todo sucedió a la salida de los novios de la catedral, mientras se daban un beso que no sería admitido en el manual de protocolo de los ‘royals’ más rancios. Hugh y Olivia no se dieron un tierno ósculo en la mejilla, como suele ocurrir. Quizá porque se vinieron arriba por la gran cantidad de público que se arremolinó en la puerta del templo, quizá por darle continuidad a la narrativa de la pareja normal,
los recién casados se besaron en la boca. Hubo aclamación.

Mientras, la policía se llevaba detenida a dos señoras de provecta edad, Polly (73 años) y Sheila (69) y a sus respectivos carritos de la compra. Dentro de ellos guardaban sendos extintores llenos de humo naranja, que ya habían empezado a lanzar en dirección a la puerta de la catedral. En ese momento salía
el príncipe Guillermo, otro ‘royal’ concienciado con la causa. Según otras señoras testigos de la detención, Polly y Sheila llevaban en primera fila desde las siete de la mañana y habían representado su papel de fans a la perfección.

El príncipe Guillermo en la boda de los duques de Westminster. /

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Vemos como el movimiento de
abuelas que se convierten en activistas contra el cambio climático continúa ‘in crescendo’. Tras las abuelas suizas que ganaron en el tribunal de Estrasburgo su acusación por inacción climática contra el gobierno de su país, llegan estas activistas de Just Stop Oil que luchan por la prohibición de los combustibles fósiles. La gente les abucheó

Hugh, el duque de Westminster, no quiere ser un aristócrata como los demás. Llegó a la catedral de Chester en un Land Rover Defender verde oliva y acompañado por tres amigos del colegio.
La novia, mucho más tradicional, descendió de un Bentley de 1930, prestado por la marca. Otra extravagancia: la lista de invitados se limitó a 400 personas, pocas para la relevancia social de la familia Grosvenor y la gran cantidad de aristócratas que soñaban con
asistir a la boda del año y celebrarla en Eaton Hall, la impresionante finca familia de 4.00 hectáreas con mansión incluida en la que la pareja va a instalarse.

Eugenia de York en la boda de los duques de Westminster. /

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Lo cierto es que
no hubo paseíllo de invitados famosos, más allá de los Windsor presentes. Los aristócratas invitados fueron perfectamente anónimos, hasta el punto de que no vimos ni a los marqueses de Cholmondeley, lady Rose Hanbury y su esposo David, que viven a tiro de piedra de Eaton Hall. Como contrapartida, y muy en la línea de la boda popular que quiso escenificarse, las señoras apostadas en sus sillas de tijera para contemplar el espectáculo fueron profusamente fotografiadas. Esta hermandad global de sabias bien sentadas se llevó los flashes de la mañana.

Para este ejército de señoras divertidas, y para el resto de asistentes y habitantes de la localidad de Cheshire,
el duque de Westminster preparó una dulce sorpresa: el reparto gratuito de helados en tres establecimientos del centro histórico. Además, sufragó las cerca de 10.000 flores que adornaron la villa en esta fecha señalada.