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Eduardo Fernández y Greta Fernández: amor de padre

“Mira, mira esta foto de hace 10 años”, dice Eduard mostrando una imagen del móvil en la que aparece junto a una niña en el rodaje de ‘Ficció’, la historia de amor imposible del director Cesc Gay en la que Greta debutó en el cine dando vida, cómo no, a su hija. Con la misma sonrisa orgullosa que luciría cualquier padre presumiendo de niña en la función del colegio. Pero multiplicada por dos. Porque estamos hablando de Eduard Fernández, de 52 años, uno de los mejores actores de la historia del cine español; intérprete en más de 30 películas, nominado a los premios Goya en nueve ocasiones y ganador de dos (de momento). Y de su única hija, Greta, de 21, que ha seguido sus pasos casi sin darse cuenta y tiene la etiqueta de joven promesa.

Cuando la miro no solo veo mis ojos, sino mi mirada. Tiene una naturalidad brutal.

Eduard fernández

Lo de Greta no viene de la Garbo -” Qué va!; fueron su madre, Esmeralda, y mi hermana Susana, que se empeñaron”, explica Eduard-, pero pudo ser algo premonitorio. “No estaba planeado, pero para dedicarse a esto, con un apellido como Fernández, está muy bien tener un nombre especial”, admite Greta. Probablemente de la continuidad de la saga haya que culpar” a la genética. Los inconfundibles ojos rasgados y profundos de Eduard, de seductor irredento, perro apaleado o corrupto sin escrúpulos -lo que se proponga-, los ha heredado su hija. Una responsabilidad pero también un regalo que sería un crimen desaprovechar. “Cuando la miro no solo veo mis ojos, sino mi mirada -reconoce Eduard-. Y a la hora de interpretar, ahora que acaba de debutar en el teatro, me ha sorprendido que también tiene una naturalidad brutal. Pensé que me iba a emocionar como una abuela y que ella iba a estar nerviosísima pero no ha sido así, ¿verdad Greta?”.

Fernández no es de los que se prodiga más allá de lo que le exige la promoción de su trabajo, pero posa feliz con su hija y no duda en declararle su amor incondicional en voz alta. “Se lo digo a menudo y es verdad: “Muchas gracias por dejarme asistir a tu crecimiento, lo más bonito que me ocurre y me ocurrirá jamás”. Tenemos una conexión tremenda y nos compenetramos a un nivel muy profundo. Ella tiene su propia personalidad, pero vemos muchas cosas de la misma manera”.

Greta fue una niña muy deseada que se hizo esperar. “Fue un milagro. Mi mujer, exmujer ahora, no podía tener hijos. Pero ella, que es así -afirma Eduard dando golpes en la mesa- probó de todo: macrobiótica, acupuntura, yoga… Con rotundidad, como es Esmeralda, algo muy lindo en ella. Pero ya cuando habíamos decidido recurrir a la fecundación in vitro, apareció ella… Dicen que es porque te relajas, pero luego ya estábamos muy relajados y no llegó ninguno más. Hubiera estado bien tener otro hijo, pero no pasa nada, ya éramos felices”. “A mí también me hubiera gustado tener un hermano -afirma ella-. De hecho, hasta los 15 años era la típica hija única que no compartía demasiadas cosas con mis padres. Escribía mucho y estaba muy unida a mis amigas”.

Desde la separación he pasado por momentos muy duros y ella ha visto mis debilidades

eduard fernández

Su relación cambió con la adolescencia y mejoró con la reciente separación de sus progenitores. “Supongo que era lo que tocaba porque yo estaba creciendo, pero la verdad es que a partir de entonces tenemos más confianza. De repente, estábamos él y yo solos. Comíamos juntos, veíamos pelis juntos, hablábamos de todo… Porque, aunque tengo las cosas en casa de mi madre, vivo en Barcelona con los dos y voy cambiando. Con ella, que no se dedica a esto, experimento otras cosas, tenemos una relación más femenina”, cuenta. “Yo también me he expuesto mucho más -reconoce Eduard-. He pasado por momentos muy difíciles y los he compartido abiertamente con Greta. Mostrar tus debilidades da una visión muy distinta del padre y ayuda a comprenderlo”.

Cuando Antonio Banderas recogió el año pasado el Goya de honor pidiendo perdón a su hija Stella del Carmen por sus “prolongadas ausencias”, el patio de butacas se llenó de ojos llorosos y, seguramente, de sensaciones compartidas. En el caso de Eduard Fernández, los desencuentros comenzaron el mismo día en que nació Greta. Se embarcó en la obra ‘Retorno al hogar’ -qué paradoja- con la condición de poder cogerse unas semanas libres cuando llegara el momento del parto pero se retrasó y la buena nueva le pilló en León. “En el descanso de la función, vino un amigo con mi busca y me dijo: “Lee esto”: “Eduard has sido papá, ha nacido Greta”. Recuerdo que al terminar la representación, el actor Juanjo Menéndez contó lo que había ocurrido y pidió al público un aplauso. Es lo más bonito que me ha hecho nunca un compañero“, afirma.

A partir de entonces, su prioridad fue que no le faltara trabajo. “Aprendí una cosa fundamental en la vida: que lo más importante eran ellas dos. Recurriendo a National Geographic, algo que hago con frecuencia, entendí que yo era el varón y tenía que salir a la calle para buscar el sustento”. Y eso es lo que hizo. Eduard, que había centrado su carrera en el teatro de la mano de Els Joglars y La Fura dels Baus, deslumbró en la película ‘Los lobos de Washington’ y empezó a empalmar un rodaje con otro. Hasta hoy, que acaba de terminar lo último de Álex de la Iglesia, ‘Perfectos desconocidos’, se prepara para encarar la temporada de premios por ‘El hombre de las mil caras’ -está nominado a los Goya, los Feroz, los Forqué…- y en primavera rodará ‘La zona’, su primera serie de televisión, una delicatessen de los creadores de ‘Crematorio’.

“¿Qué hago aquí, tan lejos?”

“Con el tiempo uno se olvida, pero es verdad que me he perdido muchas cosas -reconoce-. Es parte de la vida y de nuestro oficio, pero a veces pensaba: “¡Por Dios! ¿qué hago aquí haciendo esto?”. Es una sensación muy parecida a la de estar enamorado y tan difícil de explicar como esa. Yo le traía bolas de nieve de todos los sitios a los que iba”. “¿Te acuerdas cuando fuiste con la abuela a ver ‘El portero’ y os tuvisteis que salir porque yo llevaba el brazo en cabestrillo y te preocupaste muchísimo?”, le pregunta a Greta. “¡¿Solo eso!? Yo creía que te lo cortaban o algo así. Qué angustia, recuerdo que necesitaba hablar contigo para saber que estabas bien…”, dice su hija.

De niña no entendía la actuación. Creía que lo que ocurría a mi padre en el cine era real

greta fernández

Greta tardó mucho en entender la profesión de su padre y todavía más en darse cuenta de su categoría como actor. “De niña no sabía lo que era la actuación; yo lo veía como mi papá y no entendía que estaba haciendo un personaje. Después me parecía un actor que salía en películas, sin más. No fue hasta los 16, que empecé a saber valorar el trabajo interpretativo y descubrí su talento. De pequeña me fascinaba en ‘El embrujo de Shangai’, aunque todavía más ‘Aida Folch’, y ahora mi favorita es ‘Todas las mujeres'”. “Es que en esa película estaba muy bien tu padre, cariño”, responde Eduard por alusiones.

A Greta le encantaba acompañarle al teatro y nadie se sorprendió cuando quiso presentarse a un par de castings de la televisión catalana en los que resultó elegida. A partir de ahí, no hubo vuelta atrás. Este año la hemos visto en La próxima piel, de Isaki Lacuesta, en breve estrenará Amar y sueña con “trabajar por todo el mundo”.

“A mí me pareció bien que eligiera esta profesión. Creo en ella de verdad, no porque sea su padre. Pero si decide dejarlo dentro de un tiempo no pasa nada, tiene todo el derecho a equivocarse”, afirma Eduard. ¿Le da consejos? “La he machacado con el inglés, lo que ahora me agradece, y le digo que ande derecha y vocalice bien, pero también que haga lo que le dé la gana con todos los consejos que le doy”. “Yo le consulto cuando tengo dudas”, responde Greta. “Me sorprende lo claro que lo tiene. Hace poco preparando un casting, yo le decía: “Creo que tienes que ir por ahí”. Y ella me soltó: “Sí, pero no te voy a hacer caso porque yo soy chica y eso tú no lo entiendes”. Y tenía razón”.

Me dan igual las comparaciones. Llegarán, pero sería peor si fuera un chico.

greta fernández

Las comparaciones entre ambos, que no tardarán en llegar, no les preocupan. “Nunca lo había pensado, pero ahora me voy a empezar a agobiar. Sé que si fuera un chico sería más difícil…”, admite Greta. “Tú, cariño, a tu bola”, sentencia su padre. Eduard mantiene una relación con Greta que no tiene nada que ver con la que él tuvo con su progenitor, pero tampoco es de los que presume de ser amigo de su hija. “Mi padre era más cerrado y poco comunicativo en los afectos. Ahora es otra época, soy actor y he hecho mucha terapia; todas las puertas están abiertas -admite-. Procuro dejarle su espacio y darle libertad para que me cuente lo que me quiera contar. Por ejemplo, cuando tuvo su primera relación seria, me enteré por su madre y yo pensé: “¿Qué es lo que he hecho mal para que no lo hable conmigo?”. Pues sencillamente que soy su padre, pero uno siempre piensa que hace algo mal”.

Lo más

La sesión de fotos está a punto de terminar y Eduard y Greta mantienen la típica conversación entre padre e hija. “¿Dónde vas a cenar?”. “¿Te acerco en el taxi?”. “¿Llegarás pronto al hotel?”… “Mira qué suerte tiene, a ella toda la ropa le queda bien”, comenta Eduard mientras la observa posar para el objetivo de Chesco López. Ya es casi de noche y quedan pocas preguntas por hacer. “¿La paternidad es como esperaba?”. “No sé lo que pensaba hace 20 años, pero siempre te sorprende porque es una experiencia inabarcable. Tener un hijo, sobre todo cuando es pequeño, es lo más todo: lo más difícil, lo más cansado, lo más precioso, lo más insoportable… Creo que me da un lugar en el mundo diferente de si no hubiera sido padre: por un lado, tienes una responsabilidad enorme y, por otro, un motivo por el que tirar para adelante y ser feliz”.

Sus mil caras:

  • En la cosecha cinematográfica de 2016, ‘El hombre de las mil caras’ (de Alberto Rodríguez) marcó un antes y un después. Un retrato del espía Paesa, que Eduard Fernández clava, envuelto en un halo de humo y corrupción. Nominado a los Goya, a los premios Feroz y a los Forqué, todas las quinielas le dan como vencedor. Además, en 2017, se embarcará en su primera serie de televisión, un proyecto de los creadores de Crematorio para Movistar +, donde Eduard Fernández interpretará a un policía que investiga un crimen en una zona de exclusión, inspirada en la de Fukushima, donde se ha producido un desastre nuclear.

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