Ha sido un movimiento inesperado que los analistas políticos estadounidenses aún no saben cómo descifrar. Ivanka Trump, mano derecha del próximo presidente de los Estados Unidos, la mujer que ha asistido a reuniones con mandatarios internacionales en calidad tanto de hija como de empresaria, suscitando no pocas dudas al respecto del desenvolvimiento ético de los Trump, ha anunciado que deja todo. Deja su compañía de moda, vende su participación en el Trump International Hotel en Washington y deja su puesto como Vicepresidente Ejecutivo de Desarrollo y Adquisiciones de emporio Trump.
Sorprendentemente, este abandono total de su rol como ejecutiva y empresaria no significa que vaya a desempeñar un papel relevante en el gobierno de Trump: tampoco va a trabajar en la Casa Blanca, según anunció ayer, ante el pasmo general. ¿A qué se piensa dedicar la poderosa hija del Presidente, una mujer con talento para los negocios y, en opinión de su padre, también para la política? Ivanka, de 35 años, ha revelado que piensa enfocar todas sus energías en el traslado de la familia a Washington: su destino está en el hogar.
¿No resulta chocante que una mujer de larga carrera empresarial y probada pericia para los negocios abandone todo para dedicarse a la casa? El que sí ocupará una importante posición en el equipo gubernamental de Donald Trump será su marido, Jared Kushner, quien acaba de aceptar un empleo como asesor senior del Presidente, precisamente su suegro. El nombramiento podría ir en contra de las leyes anti nepotismo que impiden a los funcionarios públicos emplear a sus familiares.
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Autore: RSS de noticias de