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La tragedia oculta de Kelly Rutherford: por qué perdió la custodia de sus hijos la mujer más elegante del mundo

Author: mujerhoy

Elena de los Ríos

Pocas son las llamadas a sentarse en el ‘front row’ más deseado de la alta costura de París, el orquestado por el equipo de
Daniel Roseberry para Schiaparelli, pero entre ellas ha estado
Kelly Rutherford. Puede que su nombre no diga nada a muchas, a pesar de que su cara lleva desde los años 90 en televisión. Rutherford empezó como actriz de series como Melrose Place o Asuntos de familia, pero ha terminado como el icono definitivo del estilo New York. Versión señora rica de Los Hamptons.

A las marcas del lujo les encanta Kelly Rutherford,
perfecta percha para looks ciertamente conservadores que se venden como churros en las boutiques de Dior, Chanel o Hermès. Quién no querría el allure clásico de rubia aristocrática de esta actriz de las páginas amarillas, que jamás llegó a explotar en la interpretación. Su destino estaba en el estilo, acaso
resucitando para el siglo XXI el espíritu de una Grace Kelly. Una pista: Rutherford vive en Mónaco.

El peak profesional de Kelly Rutherford en televisión fue Gossip Girl, donde interpretó a Lily van der Woodsen, la madre de Serena (Blake Lively), epítome de la socialite estadounidense. Su giro hacia la moda coincide con el
interés de las marcas por vestir a las mujeres de más de 50 años, un nuevo nicho de influencia y negocio que ya explotara la cantante canadiense
Celine Dion y, en una línea mucho más ‘lujo silencioso’, representa Rutherford.

Si Celine Dion apostó por performar el circo de la moda, Kelly Rutherford elige
escenificar la dolce vita de las millonarias sin rostro. De hecho, al contemplarla podemos hacernos una idea de la paz y tranquilidad que se siente al tener esta vida y las siguientes más que resueltas. O eso queremos creer. Aunque el estilo de vida de Rutherford sea la envidia de Instagram, su biografía esconde un drama trágico. Tiene que ver con sus hijos.

Una relación tormentosa y un desenlace fatídico

Para entender la dimensión de la tragedia hay que remontarse a 2005, cuando Kelly Rutherford conoció
al empresario alemán Daniel Giersch. Llevaba tres años y medio sola, tras romper su matrimonio de ocho meses con el banquero venezolano Carlos Tarajano y, a sus 36 años, deseaba ser madre. Giersch la abordó en su cafetería favorita de Beverly Hills. Era guapo, seis años menor y multimillonario gracias a misteriosos negocios. A los dos meses de conocerse, se quedó embarazada.

En unas declaraciones a la edición estadounidense de Vanity Fair en 2015, el hermano de Kelly Rutherford admitió que, a los pocos meses de casarse, ya comenzó a temerse lo peor: «Él me pareció ser muy frío y calculador, algo que decidió dejar pasar si hacía feliz a mi hermana», confesó. Dos años después del nacimiento de Hermes, la convivencia ya era difícil. «Era
sutilmente violento verbalmente», dijo la actriz a la misma publicación.

«Trataba de separarme de todo el mundo, incluido mi hermano y mis padres», contó Kelly Rutherford, trazando el perfil típico del maltratador machista. Curiosamente, a pesar de toda su fortuna Daniel
vivió siempre en el apartamento de Los Ángeles de Kelly, quien hasta tuvo que avalar un préstamo para sus gastos. El empresario lo justificaba diciendo que no quería pagar impuestos en Estados Unidos.

En 2008, embarazada de dos meses de Helena, Kelly Rutherford pidió el divorcio. No quiso pedir dinero y aceptó un acuerdo de custodia compartida, para que los niños tuvieran una relación normal con su padre. Él, sin embargo, montó en cólera e inició una serie de
procesos judiciales para obtener la custodia total, un proceso doloroso que transcurrió paralelamente al segundo embarazo de la actriz. Los niños vivieron en un tira y afloja prácticamente desde su nacimiento.

Kelly Rutherford /

instagram

En 2010, Rutherford se declaró en bancarrota:
perdió la custodia de sus hijos y, por el camino, 1,5 millones de dólares. En 2012, los niños tuvieron que salir de su país para
vivir permanentemente con su padre en Mónaco, porque desde 2012 él dejó de obtener la renovación de su permiso de residencia en Estados Unidos. Algo extraño en un empresario de éxito, aunque lo único que se sabe de su actividad es que se basa en litigar por el uso indebido de patentes, dominios y marcas.

Más de 100.000 personas firmaron una petición popular para que Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, pidiera la revisión de este caso de custodia. Mientras, la actriz dedicaba el poco dinero que quedaba en la familia en viajar a Europa para ver a sus hijos. En estas condiciones, se entiende que
su prometedora carrera de actriz no terminara de explotar. Entre junio de 2014 y junio de 2015, Kelly Rutherford solo pudo ver a sus hijos 11 días.

Desesperada, Rutherford aprovechó una visita a Nueva York de los niños para negarse a que volvieran a Mónaco con su padre. Su ex la demandó por secuestro y el caso volvió a empeorar. Resignada,
la actriz decidió instalarse en Mónaco en 2016 para poder estar más cerca de Hermes y Helena. Una decisión que tiene mucho que ver con el ascendiente de moda que ahora disfruta. Sus viajes constantes a París, Milán, Londres o Madrid para trabajar con las marcas han sido providenciales.

La historia de amor verdadero de Kelly Rutherford: la moda

Con todo, la historia de amor de Kelly Rutherford con
la moda ha sido más consistente que sus matrimonios. Se compró su primer Birkin en 1998, cuando firmó su contrato para grabar ‘Melrose Place’. Diez años después, prestó su colección de bolsos de lujo al equipo de vestuario de ‘Gossip Girl’. «Kelly es tan elegante, que no me extraña que tantas marcas quieran tenerla como musa», declaró recientemente a la revista francesa ‘Numeró’ Romain Broussard, director de comunicación de Carel.

«Conoce la historia de las casas de moda más importantes, pero también
es muy curiosa y le interesan las marcas pequeñas, muchas veces de nicho», desveló Broussard. «Tiene un estilo muy parisino, porque sabe cómo combinar piezas de alta costura con creaciones de jóvenes diseñadores. Creo que sus seguidores adoran esta faceta suya de gurú de la moda».

Author: mujerhoy

Elena de los Ríos

Pocas son las llamadas a sentarse en el ‘front row’ más deseado de la alta costura de París, el orquestado por el equipo de
Daniel Roseberry para Schiaparelli, pero entre ellas ha estado
Kelly Rutherford. Puede que su nombre no diga nada a muchas, a pesar de que su cara lleva desde los años 90 en televisión. Rutherford empezó como actriz de series como Melrose Place o Asuntos de familia, pero ha terminado como el icono definitivo del estilo New York. Versión señora rica de Los Hamptons.

A las marcas del lujo les encanta Kelly Rutherford,
perfecta percha para looks ciertamente conservadores que se venden como churros en las boutiques de Dior, Chanel o Hermès. Quién no querría el allure clásico de rubia aristocrática de esta actriz de las páginas amarillas, que jamás llegó a explotar en la interpretación. Su destino estaba en el estilo, acaso
resucitando para el siglo XXI el espíritu de una Grace Kelly. Una pista: Rutherford vive en Mónaco.

El peak profesional de Kelly Rutherford en televisión fue Gossip Girl, donde interpretó a Lily van der Woodsen, la madre de Serena (Blake Lively), epítome de la socialite estadounidense. Su giro hacia la moda coincide con el
interés de las marcas por vestir a las mujeres de más de 50 años, un nuevo nicho de influencia y negocio que ya explotara la cantante canadiense
Celine Dion y, en una línea mucho más ‘lujo silencioso’, representa Rutherford.

Si Celine Dion apostó por performar el circo de la moda, Kelly Rutherford elige
escenificar la dolce vita de las millonarias sin rostro. De hecho, al contemplarla podemos hacernos una idea de la paz y tranquilidad que se siente al tener esta vida y las siguientes más que resueltas. O eso queremos creer. Aunque el estilo de vida de Rutherford sea la envidia de Instagram, su biografía esconde un drama trágico. Tiene que ver con sus hijos.

Una relación tormentosa y un desenlace fatídico

Para entender la dimensión de la tragedia hay que remontarse a 2005, cuando Kelly Rutherford conoció
al empresario alemán Daniel Giersch. Llevaba tres años y medio sola, tras romper su matrimonio de ocho meses con el banquero venezolano Carlos Tarajano y, a sus 36 años, deseaba ser madre. Giersch la abordó en su cafetería favorita de Beverly Hills. Era guapo, seis años menor y multimillonario gracias a misteriosos negocios. A los dos meses de conocerse, se quedó embarazada.

En unas declaraciones a la edición estadounidense de Vanity Fair en 2015, el hermano de Kelly Rutherford admitió que, a los pocos meses de casarse, ya comenzó a temerse lo peor: «Él me pareció ser muy frío y calculador, algo que decidió dejar pasar si hacía feliz a mi hermana», confesó. Dos años después del nacimiento de Hermes, la convivencia ya era difícil. «Era
sutilmente violento verbalmente», dijo la actriz a la misma publicación.

«Trataba de separarme de todo el mundo, incluido mi hermano y mis padres», contó Kelly Rutherford, trazando el perfil típico del maltratador machista. Curiosamente, a pesar de toda su fortuna Daniel
vivió siempre en el apartamento de Los Ángeles de Kelly, quien hasta tuvo que avalar un préstamo para sus gastos. El empresario lo justificaba diciendo que no quería pagar impuestos en Estados Unidos.

En 2008, embarazada de dos meses de Helena, Kelly Rutherford pidió el divorcio. No quiso pedir dinero y aceptó un acuerdo de custodia compartida, para que los niños tuvieran una relación normal con su padre. Él, sin embargo, montó en cólera e inició una serie de
procesos judiciales para obtener la custodia total, un proceso doloroso que transcurrió paralelamente al segundo embarazo de la actriz. Los niños vivieron en un tira y afloja prácticamente desde su nacimiento.

Kelly Rutherford

Kelly Rutherford /

instagram

En 2010, Rutherford se declaró en bancarrota:
perdió la custodia de sus hijos y, por el camino, 1,5 millones de dólares. En 2012, los niños tuvieron que salir de su país para
vivir permanentemente con su padre en Mónaco, porque desde 2012 él dejó de obtener la renovación de su permiso de residencia en Estados Unidos. Algo extraño en un empresario de éxito, aunque lo único que se sabe de su actividad es que se basa en litigar por el uso indebido de patentes, dominios y marcas.

Más de 100.000 personas firmaron una petición popular para que Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, pidiera la revisión de este caso de custodia. Mientras, la actriz dedicaba el poco dinero que quedaba en la familia en viajar a Europa para ver a sus hijos. En estas condiciones, se entiende que
su prometedora carrera de actriz no terminara de explotar. Entre junio de 2014 y junio de 2015, Kelly Rutherford solo pudo ver a sus hijos 11 días.

Desesperada, Rutherford aprovechó una visita a Nueva York de los niños para negarse a que volvieran a Mónaco con su padre. Su ex la demandó por secuestro y el caso volvió a empeorar. Resignada,
la actriz decidió instalarse en Mónaco en 2016 para poder estar más cerca de Hermes y Helena. Una decisión que tiene mucho que ver con el ascendiente de moda que ahora disfruta. Sus viajes constantes a París, Milán, Londres o Madrid para trabajar con las marcas han sido providenciales.

La historia de amor verdadero de Kelly Rutherford: la moda

Con todo, la historia de amor de Kelly Rutherford con
la moda ha sido más consistente que sus matrimonios. Se compró su primer Birkin en 1998, cuando firmó su contrato para grabar ‘Melrose Place’. Diez años después, prestó su colección de bolsos de lujo al equipo de vestuario de ‘Gossip Girl’. «Kelly es tan elegante, que no me extraña que tantas marcas quieran tenerla como musa», declaró recientemente a la revista francesa ‘Numeró’ Romain Broussard, director de comunicación de Carel.

«Conoce la historia de las casas de moda más importantes, pero también
es muy curiosa y le interesan las marcas pequeñas, muchas veces de nicho», desveló Broussard. «Tiene un estilo muy parisino, porque sabe cómo combinar piezas de alta costura con creaciones de jóvenes diseñadores. Creo que sus seguidores adoran esta faceta suya de gurú de la moda».

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