Los lugares fronterizos albergan, como las islas, gentes de naturaleza singular. Acostumbradas a organizar sus vidas en la variedad, en las opciones según se presenten, en la oportunidad. El significado o baño de cultura que supone para cualquiera de nosotros cruzar una frontera, desaparece en el trámite y la compra, en pasar para llenar el carro de víveres o simplemente, para trabajar. Eso también ocurre en los aledaños de una de las Siete Maravillas del Mundo. Las cataratas del Iguazú (en portugués: cataratas do Iguaçu) dividen la tierra entre Argentina, Brasil y Paraguay. Es una frontera única, triple y fluvial. Es mucho más que un conjunto de saltos (hasta 280 cuando el caudal del río alcanza máximos). Para mí ha sido una de las máximas expresiones de la contundencia de la tierra en sus delimitaciones. Argentina, Brasil y Paraguay se miran desde las orillas de sus ríos para formar uno de los triángulos más espectaculares del planeta.
FOTOGALERÍA: La belleza de las cataratas de Iguazú.
Aunque yo me alojé en Puerto Iguazú -hasta donde volé con Aerolineas Argentina desde Buenos Aires- os recomiendo visitar el lado brasileño en primer lugar. Entenderéis la razón en unos días (tan sencillo como ir de menos a más). De momento, dejadme guiaros como si fuera mi primer día allí.
Desde Puerto Iguazú, podéis tomar autobuses en la terminal del centro o en puntos del recorrido hacia el parque. Ellos te hacen el paso de frontera y te recogen por la tarde, una hora antes del cierre del parque aproximadamente. Para entender las opciones que brinda la parte brasileña hay que pensar en la gran panorámica o visión amplia de las cataratas.
Ver un gran cuadro desde el punto de distancia correcto pero sin la posibilidad de entrar en todos sus detalles. Desde la orilla brasileña, puedes ver las cataratas de frente y desde abajo, con opciones para entrar de lleno en alguna zona de caídas que te parecerán impresionantes ( y lo son) aunque representen una pequeña parte de los saltos de agua. Argentina concentra el 80% de las cataratas y permite, gracias a sus pasarelas, ver los saltos desde arriba, incluida la bestial Garganta del Diablo. Y ese, creedme, es EL LUGAR. Sin embargo, hay alguna actividad que solo es posible llevar a cabo en la parte brasileña, como sobrevolar las cataratas en helicóptero.
Me parece más que recomendable, necesario, ver ambos lados. Te resultará mucho más fácil entender este lugar único en el planeta.
El chubasquero será tu mejor aliado. Querrás estar a los pies de esos saltos de agua en los que pareciera que se derrama un océano. Nunca la naturaleza fue tan imparable y, a la vez, tan controlada y hermosa.
El paso entre fronteras y el lado argentino, en nuestras próximas citas.
Autore: RSS de noticias de
